Sobre mi

Hola, soy Marta Gago y esta es mi historia

Emigré a Austria en 1993. Siempre había querido estudiar filosofía y pensé que lo mejor era hacerlo en este país. Escogí la universidad de Graz porque el programa era lo que yo quería. Austria, además, destaca por la calidad de su enseñanza y por tener buenos profesores.

Apenas dominaba el alemán y no era muy normal ver a estudiantes extranjeros, pocos podían pagar un Erasmus. No había becas internacionales. Empecé los cursos como oyente. Los estudios nunca me decepcionaron, pero fue realmente duro.

Horas y horas de traducir para poder presentar mis trabajos a tiempo y en forma correcta. Los profesores eran muy amables y me daban todo el apoyo necesario, pero mi falta de preparación con el idioma era evidente.

Mientras esperaba los papeles preparaba los exámenes y los trabajos. Acabé exhausta

Al final me quedé sin recursos antes de que los papeles y los títulos pudieran estar listos.

No obstante, me di cuenta de que todo lo que había hecho para aprender alemán había conformado una metodología de trabajo práctica y eficaz.

En aquel momento solo había un manual de alemán, hecho expresamente para trabajadores de la automoción. El único sector globalizado. Yo estaba haciendo un modelo de aprendizaje basado en el uso de la lengua.

Y, además, estaba aplicando a ello el aprendizaje filosófico de mis estudios sobre teoría del conocimiento.

Cuando empecé a enseñar lo hice usando el método académico.

No tenía la valentía para impartir mis conocimientos porque no confiaba del todo en mi.

No obstante, en cuanto me di cuenta de que las nuevas tecnologías me permitían cambiar la forma de enseñar, me lancé a dar las clases como me hubiera gustado recibirlas.

Con gramática simplificada, con vocabulario adecuado al tipo de actividad que necesitas realizar y con una dicción y una fonética impecables que permiten al alumno entenderlo todo y expresarse adecuadamente. Personalizando las clases y aplicando sistemáticamente procesos de PNL para recordar y aplicar estructuras lingüísticas complejas.

Monté mi propia escuela de idiomas en 2017 y creo que nunca hice nada mejor.

Mis alumnos han conseguido sus metas. Pueden hablar y entender sin barreras y no necesitan ayuda para mejorar y aprender.

Porque tienen una hoja de ruta que les orienta en la adquisición de nuevas palabras y conceptos.

Eso les da confianza para trabajar y para vivir en un entorno que resulta bastante incomprensible para quien no lo conoce.

Hoy en día somos esclavos de las nuevas tecnologías.

Los buenos profesionales lo saben, buscar trabajo por internet e incluso trabajar desde casa se ve algo normal y lógico. Yo quiero seguir acompañando a mis alumnos.

El proceso de aprendizaje sigue estando ahí, y las nuevas tecnologías potencian un método de acompañamiento que sería muy costoso en la enseñanza presencial.

Un buen aprendizaje es algo valioso pero, en el fondo, es algo que se hace de forma individual. Aunque toma vida cuando lo compartimos.

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